Los dispositivos IoT comprometidos en ataques; pueden permitir que los actores maliciosos se infiltren más profundamente en las redes domésticas, sin embargo también pueden ser utilizados con un propósito aún más oscuro: ser convertidos en armas para ataques de botnet.
Una botnet es una red de dispositivos conectados a Internet (IoT) utilizada para ejecutar programas automatizados, comúnmente conocidos como "bots".
Las botnets se emplean con frecuencia en ataques de denegación de servicio distribuido (DDoS). Sin embargo, su potencial malicioso va mucho más allá de las campañas DDoS, ya que los actores maliciosos también pueden utilizarlas para el robo de datos, ataques de relleno de credenciales, campañas de spam, secuestro de dispositivos o redirección de tráfico para encubrir actividades ilegales.
Los perpetradores suelen controlar la botnet utilizando software especializado de comando y control (C2).
En el mundo de las botnets, la potencia de procesamiento es clave. Cuanto más grande es una botnet, mayor es su capacidad destructiva.
Más allá de lanzar ataques devastadores, el objetivo de un operador de botnets es expandir su red de dispositivos zombificados, incrementando su poder computacional.
Es crucial comprender cómo funcionan las botnets y por qué la conversión de dispositivos IoT en armas representa un riesgo.
Una botnet está compuesta por múltiples dispositivos IoT comprometidos e interconectados con fines maliciosos. Dispositivos como smartphones, laptops, computadoras, televisores inteligentes, sensores, enchufes inteligentes, hubs de automatización, termostatos, altavoces inteligentes y refrigeradores inteligentes pueden ser infectados con malware y agregados a la red maliciosa.
Una vez dentro de la botnet, el control del dispositivo recae completamente en el atacante, quien puede supervisar toda la red de dispositivos, monitorear cada uno de ellos individualmente y enviar comandos a través de un servidor C2.
Los controladores de botnets emplean diversos estándares de comunicación, incluyendo Telnet, IRC, peer-to-peer (P2P), dominios dedicados, servicios ocultos de Tor, protocolos de mensajería instantánea e incluso callbacks a sitios web populares.
Muchas botnets tradicionales utilizan infraestructuras C2 centralizadas, pero estas están quedando obsoletas. Las versiones más modernas optan por arquitecturas P2P, lo que ayuda a los ciberdelincuentes a evadir los intentos de desmantelamiento por parte de expertos en seguridad y fuerzas del orden.
El ciclo de vida de una botnet comienza con un proceso de infección sistémico e insidioso:
El uso de dispositivos IoT en botnets es cada vez más común en el panorama actual de amenazas cibernéticas. Aunque estos dispositivos han revolucionado la conectividad y la comodidad, también han introducido graves fallos de seguridad.
Muchos dispositivos IoT están diseñados con un enfoque en costos y facilidad de uso, en lugar de seguridad. Algunas vulnerabilidades comunes incluyen:
Los ciberdelincuentes emplean varios métodos para comprometer dispositivos IoT y agregarlos a botnets, entre ellos:
El vasto número de dispositivos IoT en el mundo crea una enorme cantidad de objetivos potenciales. Incluso si solo un pequeño porcentaje es comprometido, los atacantes pueden construir una botnet de gran magnitud.
Los ataques DDoS son una de las consecuencias más visibles y disruptivas de las botnets.
En un ataque DDoS, los ciberdelincuentes inundan un objetivo (como un servidor, red o sitio web) con un tráfico masivo hasta que sus recursos quedan agotados, volviéndolo inaccesible.
Dado que el tráfico malicioso proviene de miles o incluso millones de dispositivos comprometidos a nivel mundial, filtrar las solicitudes maliciosas se convierte en un desafío.
Los atacantes prefieren utilizar botnets en ataques DDoS debido a:
Existen diferentes variantes de ataques DDoS, entre ellas:
Algunas botnets notorias que han demostrado el peligro de los dispositivos IoT convertidos en armas incluyen:
Si bien los actores de amenazas generalmente utilizan botnets contra objetivos de alto perfil, sus implicaciones pueden afectar a individuos y empresas de diversas maneras:
Los fabricantes de dispositivos IoT pueden adoptar un enfoque de seguridad por diseño, garantizando que sus productos cuenten con protocolos de autenticación sólidos, actualizaciones automáticas y auditorías de seguridad periódicas.
Por otro lado, tanto empresas como consumidores pueden tomar medidas proactivas para evitar que sus dispositivos IoT sean utilizados en botnets:
La detección temprana puede resultar de gran ayudar a los administradores de sistemas, en la identificación de patrones de tráfico inusuales o intentos de acceso no autorizado. Así también, aislar dispositivos vulnerables o comprometidos puede evitar que el malware se propague en la red.
Por otro lado es recomendado el uso de software de seguridad especializado pues proporciona una capa adicional de protección al bloquear amenazas en dispositivos IoT y prevenir su uso en ataques de botnets.
La conversión de dispositivos IoT en botnets altamente destructivas es un desafío creciente en ciberseguridad.
Comprender cómo operan las botnets, implementar medidas de seguridad proactivas y adoptar prácticas de seguridad robustas pueden mitigar los riesgos asociados con los ataques de botnets en dispositivos IoT.
Una botnet DDoS es una red de dispositivos IoT comprometidos que los atacantes utilizan para inundar servidores, sitios web o redes con tráfico malicioso, haciéndolos inaccesibles.
Uno de los ejemplos más notorios es Mirai, una botnet que explotó credenciales predeterminadas en dispositivos IoT y utilizó los dispositivos comprometidos para lanzar ataques DDoS de gran escala.
El uso de software de seguridad dedicado puede ayudar a detectar, mitigar y eliminar amenazas relacionadas con botnets, evitando que los atacantes comprometan dispositivos IoT.
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Vlad's love for technology and writing created rich soil for his interest in cybersecurity to sprout into a full-on passion. Before becoming a Security Analyst, he covered tech and security topics.
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